Revista Latinoamericana de
Psicoterapia Existencial. UN ENFOQUE COMPRENSIVO DEL SER. Año 12 - Nº 23 - Otubre 2021.
Sección Ensayos y Revisión
Una reflexión
sobre la experiencia de la Pandemia Covid19 desde algunos de los conceptos de
la psicología existencial
Pablo Munafó
Bs. As., Argentina
Servicio de Salud Mental del Hospital Churruca
RESUMEN
La pandemia del COVID19, como ejemplo de lo
que algunos autores denominan “sociedad de riesgo”, ha tenido su impacto no
solamente a nivel económico sino también en el plano cultural y psicológico de
las personas, planteando diversos desafíos. Este ensayo se propone analizar las
experiencias existenciales que surgen a partir del contexto de la pandemia del
COVID19 estudiando sus implicancias psicológicas desde la perspectiva de algunos
autores de la corriente existencial. La angustia y ansiedad existencial que
esta situación límite genera, serán analizadas a través de las cuatro
preocupaciones universales planteadas por Yalom. A su
vez, se explorarán diversas maneras de experienciar
el espacio y el tiempo durante esta pandemia, junto con la pesquisa de ciertos
comportamientos colectivos e individuales novedosos en función del concepto de
“mala fe” en Sartre. El presente trabajo contribuye a reflexionar acerca de
nuestra experiencia durante la pandemia teniendo como intención la toma de
consciencia de las oportunidades y peligros que de ella se derivan tanto para
nuestra salud mental como las comunidades donde estamos insertos.
Palabras clave
Psicología existencial, pandemia, COVID19,
sentido, angustia existencial, espacio-tiempo, “mala fe”.
Abstract
The COVID19 pandemic as a product of the so called risk society, has brought about not only economic distress but
also cultural and psychological challenges. This essay revolves around the
existential experiences in the context of COVID19 pandemic
studying the psychological implications from the perspective
of existential psychology, taking into account the threats
and opportunities of this limit situation. The existential anxieties
related to the pandemic and individual's perceptions to them, can be analyzed
through Yalom´s four universal and existential
concerns. We also examine the ways in which people experience space and time in
this pandemic as well as some individual's behaviors through Sartre's concept
of "bad faith". Our study contributes to reflect about our experience
in this pandemic becoming aware of the threats and opportunities for our mental
health and our communities.
Keywords
Existential
psychology, COVID19 pandemic, meaning, existential anxiety, space – time, "bad faith".
INTRODUCCIÒN
Desde hace poco más de un año el mundo
atraviesa por una situación excepcional y límite
enmarcada por la irrupción de la pandemia del virus SARS-Cov-2, más conocido
como Coronavirus, la cual se enmarca dentro del contexto de la denominada
sociedad del riesgo (Beck et al.,
2017). De manera inédita, y a una escala
planetaria, ayudado por las condiciones de la globalización que actuaron en
conjunción con la rápida expansión del virus, los diferentes gobiernos del mundo llevaron a cabo medidas de intervención
muy drásticas tendientes a controlar y paliar los efectos de dicha enfermedad.
De esta forma, se implementaron medidas de
confinamiento (más conocidas como cuarentenas) que tienen un impacto importante
en diferentes niveles de la vida cotidiana de las personas. En el plano económico,
con la disminución de la actividad productiva, se tradujo en términos de
pérdida de puestos de trabajo e incluso el temor a perderlo, con todo lo que
esto significa en la vida de las personas. Otro ámbito que sufrió los embates
del confinamiento es el cultural, donde las escuelas y universidades cerraron
provocando una interrupción de la actividad en esta esfera que sumado a la
esfera social con las medidas de distanciamiento potenciaron el aislamiento y
atomización de la vida de las personas, afectando las relaciones
interpersonales y sociales. Por último, y como corolario de todo lo anterior,
se encuentra el impacto de estas experiencias a nivel psicológico, potenciando
y multiplicando problemáticas ligadas a la salud mental de las personas,
encontrándonos con un aumento significativo de casos de depresión, ansiedad,
fobias, entre los más importantes cuadros clínicos (Pan et al.,
2021).
Pero más allá de la descripción a nivel macro
que podamos proporcionar, ¿Qué impacto tuvo y tiene la pandemia a nivel de la
experiencia individual de las personas? ¿Cuáles son los desafíos, dilemas y peligros
que esta conlleva? El presente trabajo intenta reflexionar sobre estos
interrogantes a partir de algunos de los conceptos que nos brindan autores de
la psicología existencial humanista, extraídos de las clases del curso
Psicología Existencial. Su aplicación a la terapia, brindado por ALPE,
centrando la pesquisa en tres aportes principales: 1) la perspectiva de Yalom, 2) las coordenadas espacio – tiempo desde el
análisis fenomenológico y 3) el concepto de "mala fe" en Sartre. La
elección de estos tres puntos tiene un carácter arbitrario, ya que hay más
modos de encarar una respuesta posible en función de otros conceptos y autores
de enfoque humanista-existencial, pero que dado los límites de este ensayo, así
como la simpleza y profundidad de dichas categorizaciones, las considero
fructíferas para lograr el objetivo expuesto.
Análisis Existencial
sobre los efectos de la pandemia COVID19 desde la perspectiva de Yalom
Las condiciones impuestas por la pandemia y
sus consecuencias de confinamiento, generan un mayor riesgo de desarrollar
algún tipo de "trastorno mental ", en cuanto expone a las personas a
un alto grado de tensión y ansiedad existencial, en especial por el peligro
constante ante la muerte como posibilidad propia y ajena. Recordemos que para
el modelo dinámico propuesto por Yalom, la angustia
existencial y los malestares psicológicos tienen origen a partir de la confrontación
con cuatro preocupaciones fundamentales que arraigan en la existencia del ser
humano: 1) la muerte, 2) la libertad, 3) el aislamiento y 4) la falta de
sentido vital (Josselson
& Braunstein, 2008).
Respecto al primer mecanismo psíquico
descripto por Yalom, la muerte, o más específicamente
el miedo ante ella, se lo cataloga como una de las preocupaciones más básicas y
evidentes por el mero hecho de que somos seres finitos, evento del cual no
podremos escapar y que a pesar de ello transitamos generalmente nuestra vida
tratando de negarlo, sea mediante la falsa creencia omnipotente de que somos
seres especiales o en aquella en la que delegamos nuestro destino a una figura
externa salvadora que nos redima de tal desagradable experiencia. Este
conflicto se estructura principalmente a partir de la tensión de que el sujeto
experimenta la inevitabilidad del final de su existencia en contraposición a su
deseo de inmortalidad.
En el marco de la situación impuesta por la
pandemia del COVID19, este miedo queda explicitado casi a diario a partir de la
amenaza y constatación de la presencia invisible del virus a través de las
muertes que nos enumeran a diario los medios de comunicación, los conocidos y
familiares que lo contraen, y hasta su padecimiento por nosotros mismos.
La segunda preocupación suprema es la
libertad, con sus componentes de responsabilidad y voluntad. El primero hace
referencia a la facultad que tiene cada individuo de construir su mundo
interior y su destino a partir de sus elecciones y decisiones, mientras que la
voluntad remite a acciones y conductas específicas que el individuo ejecuta
para lograr la dirección que se propone. La ansiedad existencial derivada de la
libertad, surge a partir de la lucha que tiene cada individuo en relación al
esfuerzo por superar la falta de principios sólidos de apoyo en el universo que
habita y su deseo de estructurarlo para su control.
En el contexto de la pandemia, esta dimensión
se vio afectada a partir de las medidas que limitan la circulación y la
cuarentena, hechos que impiden a las personas hacer lo que desean. Esta
experiencia pone sobre el tapete los límites de nuestro concepto cultural de
libertad y la responsabilidad que conllevan nuestras acciones, poniendo una
tensión ética entre los deseos individuales y lo que es correcto hacer en un
contexto de pandemia para salvaguardar la vida de los otros y nuestros seres
queridos, en pos del bien comunitario. Como peligros que surgen de esta
situación en cuanto cercenamiento de nuestras responsabilidades, podemos
mencionar el desplazamiento de la responsabilidad de cada individuo a otro tipo
de entidades sean individuales o institucionales, como modo de negación de la
propia. Este fenómeno se ve a diario, por ejemplo aquellos que atribuyen toda
la responsabilidad al Gobierno o los Estados por los malos números que arroja
la política sanitaria. Incluso la pandemia funcionó como caldo de cultivo para
la proliferación de grupos que sostienen teorías de índole conspirativas sobre
el origen del virus. La otra cara de la moneda, descansa en aquellos que
deciden incumplir las medidas de distanciamiento social y de higiene, sosteniendo
actitudes cercanas a la omnipotencia como mecanismo inconsciente de defensa
ante la ansiedad.
La tercera de las preocupaciones supremas
según Yalom, se da a partir de la experiencia ante el
aislamiento existencial, en cuanto a la separación fundamental de la existencia
de los otros. Experiencia que no remite al hecho de la soledad en sí misma,
sino más bien a aquella que surge a partir del hecho de percatarse de la
inevitable separación que acontece por el mero hecho de ser una criatura
escindida del resto, aun cuando mantenemos relaciones de intimidad con los
demás. En última instancia, ninguna relación interpersonal puede cancelar esta
percepción de aislamiento. Lo que está
en juego es que el individuo se enfrente con su aislamiento fundamental a
partir de lo cual pueda experimentar la realidad de que está solo en el mundo
así como su deseo de contacto, protección, y de unión con los demás.
En el contexto de la pandemia, vivimos
invadidos por un sentimiento de extrañeza con el mundo que nos rodea y sobre
todo con las relaciones interpersonales. El distanciamiento necesario para
cumplir con los recaudos para la evitación de los contagios, alteró la
interacción con los otros al punto tal de que ya no hay besos, abrazos ni
siquiera la estrechez de manos. La percepción de lejanía y aislamiento respecto
al prójimo potencian el sentimiento de atomización y soledad, obligando a las
personas a estar consigo mismas. El uso excesivo de
las redes sociales para encontrar cobijo ante este desvalimiento interior y la
falta de conexión con el otro es un claro indicador de lo ante dicho, pero
también es una oportunidad para que el ser humano se enfrente a su condición a
partir de la soledad.
La última de las preocupaciones supremas
descriptas por Yalom es la experiencia de la falta de
sentido vital, la cual hace referencia al hecho de enfrentarnos con la falta de significado en
el universo y el deseo de encontrar un sentido y propósito en nuestras vidas,
buscando los significados propios.
El contexto de la pandemia nos desafía
permanentemente con preguntas y dilemas de este tipo, los cambios frenéticos
que esta conlleva muchas veces nos disparan interrogantes tales como si
realmente estoy viviendo la vida que deseo, qué cosas son las que realmente
valoro y disfruto, qué significados tengo que reformular o crear para adaptarme
a la nueva situación y que perduren el resto de mi vida, etc. Muchas personas
alrededor del mundo han descubierto a partir de la crisis que nos depara el
covid19, la posibilidad de darse cuenta de aquello que es realmente importante
en sus vidas. Asuntos que nos remiten a lo más básico: la salud, las relaciones
interpersonales, la dignidad, la libertad, tener un hogar seguro, etc. (Johal,
2021). En suma, el
carácter disruptivo del COVID19 en nuestras vidas nos empuja, lo veamos o no, a
reflexionar sobre el sentido y el propósito que le asignamos a nuestras vidas.
Para Yalom, como
hemos visto, la crisis existencial sería superada a partir del enfrentamiento y
la aceptación de los cuatro grandes imperativos existenciales, promoviendo la
capacidad de elegir y la responsabilidad del sujeto.
Pandemia COVID19,
analizada desde dos de los grandes existenciarios: el
espacio
y el tiempo
Heidegger nos enseña
que la percepción del espacio en las
experiencias cotidianas se da en términos de
sentido vívido, es decir no mensurable ni
objetivo. Esto equivale a decir que el espacio a fines del análisis fenomenológico
no está afuera ni de manera estática como lo estudian las "ciencias
duras" sino que nos interesa en cuanto evento interior de la experiencia,
como una "sensación espacial". Esto
implica que lo importante es captar la relación entre el yo y el mundo.
Teniendo en cuenta estas aseveraciones sobre
el tema en cuestión, sería pertinente preguntarse ¿Cómo ha cambiado nuestra experiencia con el espacio a
partir de la pandemia del COVID19?
Una de las primeras implicancias de la
cuarentena y el confinamiento social, se da a partir de la imposibilidad de
movernos libremente por el mundo, por el espacio geográfico sea este inmediato
o más distante. Estar en casa la mayor parte
del tiempo hace florecer sentimientos de claustrofobia, dando la impresión de
que el mundo se achica, a tal punto de que uno se vuelve muy familiar con
las cosas del espacio al extremo de no encontrar interés
en ellas. El aburrimiento y el tedio son sentimientos habituales.
El espacio externo a nuestro hogar generó nuevos repertorios de gestos, de movernos en los
lugares, desde veredas, calles, medios de transporte, negocios, etc. Pareciera
que nos exponemos constantemente a algo peligroso, nocivo.
Esto último
nos da la pauta de que nuestra vivencia es la de habitar espacios repletos de
amenazas. Un sentimiento de que estamos expuestos a un potencial daño, que somos susceptibles a ser lastimados, heridos.
Somos propensos al tipo de daño que tiene la
capacidad de anular el propio sentido de seguridad e incluso el sentido de
nosotros mismos, de nuestra mismidad como sujetos. Por tanto la experiencia intrínseca de lo amenazante, no es más que la ansiedad, una ansiedad que para el
existencialismo no es biológica sino más bien vivencial, ligada a nuestra finitud, de ahí nuestra aversión
al peligro y lo amenazante.
Al hablar de ansiedad, cabe diferenciarla del
miedo. En este último, el estímulo es localizable, identificable, mientras que en
la primera la fuente de la ansiedad es indefinida y ligada a la naturaleza de
mi existencia. Esta aprehensión a lo
indefinido entonces no es más que la angustia,
que en su formulación etimológica (Angst) contiene la
connotación de algo angosto, donde el tiempo y
el espacio se vuelven estrechos.
En el contexto de la pandemia los espacios,
internos y externos, se vuelven comprimidos, esa es la tónica del acorde cotidiano en el que nos movemos a través de la
sinfonía pandémica.
Esta angustia o ansiedad existencial proviene
de un tipo de amenaza que no está en ninguna
parte, revelando y recordándonos que la
existencia no tiene fundamento alguno y carece de propósito
intrínseco. El COVID19 nos recuerda que somos
entidades con capacidad de ser dañadas,
dejando al descubierto nuestro carácter de
vulnerabilidad, respecto de nuestro cuerpo, respecto a nuestra ineludible
finitud. El mundo, con sus significados y sentidos que le asignamos, permanece
en un estado de suspenso, un mundo que tampoco funciona como soporte o contenedor
de un sentido en sí mismo.
Esta propiedad de invisibilidad de la amenaza
le otorga características especiales. Sentimos
que está en todos lados y en ninguno al mismo
tiempo, cubriéndose de un halo de misterio que le confiere una suerte de
impunidad omnipresente. Situaciones cotidianas como ingresar en recintos
(negocios, colectivos, etc.) nos hace percibir amenazados, y percibir al otro
como portador de un potencial mal hacia nosotros. Esta amenaza ante la
enfermedad, al contagio, a ser contaminados donde no se tiene noción de dónde proviene,
dónde se localiza, cómo
nos afecta o cómo sería
el posible daño sufrido, nos sumerge en una
incertidumbre punzante que alimenta nuestra angustia. El espacio se convierte
en un escenario que da soporte a un objeto de temor escondido, como si uno
estuviera en un cuarto oscuro y existiesen trampas instaladas en él prontas a que nos topemos con ellas. En la vida
cotidiana el espacio, se confabula con la distancia social, dándose la paradoja
de poner distancia entre nosotros y al mismo tiempo sentirnos concentrados,
como que de alguna manera en la medida que me alejo de los otros el espacio se
encogiese.
La experiencia de la pandemia y el COVID19,
además de la sensación de achicamiento del
espacio y su sabor amenazante, también nos da
la posibilidad de elegir un sentido más
profundo de propósito al sacarnos de nuestros
moldes, de nuestros patrones habituales, de las distracciones narcotizantes en relación a los grandes dilemas
existenciales.
Como vimos hasta aquí, el espacio no es
neutral en el modo de vivenciarlo, y tampoco lo es el tiempo, que implica un
sentido directriz, un "hacia algo" que nos da un significado y
sentido de propósito.
Durante la pandemia el tiempo lo percibimos
de otra manera. En ella predomina una sensación de desorientación debido sobre
todo a la pérdida de dirección en sentido espacial. Son comunes las experiencias
donde las semanas pierden su significado y ritmo que solían tener, se sienten
como comprimidas, donde uno no sabe por momentos en qué día se encuentra.
Muchos hemos tenido la sensación de que días como lunes y viernes se sienten
igual.
Por otro lado la percepción del tiempo en
pandemia lo tendemos a experimentar como con un cierto sentimiento de
monotonía, como si ejerciera un efecto de agobio que pesa sobre nuestros
hombros. Este proceso tiene como consecuencia dos fenómenos que se
complementan, alternados entre el aburrimiento y la distracción. El primero en
cuanto nos hace sentir que el tiempo se expande y no tenemos modo alguno de
colmarlo y el segundo con el mismo sabor de la expansión pero donde tratamos
desesperadamente de llenarlo con distintos recursos, sea por nuestra actividad
en las redes sociales, mirar series y películas, y los más diversos rituales
que encontramos para aplacar nuestra angustia.
La monotonía descripta se emparenta con el
sentimiento de aburrimiento, el cual a
su vez se conecta con otro aspecto importante a mi entender, que es la
sensación de extrañeza acerca de la percepción
del tiempo durante la cuarentena. Permanecer mucho tiempo en casa, para
aquellos con la suerte de trabajar desde ella, al menos con su consecuente hastío y aburrimiento, termina repercutiendo en una
sensación del tiempo como algo extraño, fuera
de lo habitual.
La pérdida
de la noción del tiempo por un lado es un
derivado de la interrupción de nuestras
actividades normales, los hitos o actividades programadas que establecemos en función de nuestra manera de organizar lo que denominaríamos nuestra "agenda". Tengamos en cuenta
que la casi totalidad de la vida cotidiana se vio afectada, nuestro trabajo,
nuestro tiempo libre (salidas al cine, teatro, etc.), los encuentros de amigos,
los almuerzos familiares de los domingos, nuestro hobbie favorito entre muchos otros. El
resultado es que los días perdieron su
identidad, su sabor específico, su
significado.
Por otro lado el quiebre en la noción del tiempo como resultado de la interrupción de las actividades cotidianas en pandemia,
promovió la creación
de nuevos hábitos que están escasamente asociados con días específicos de
la semana, lo cual alimenta también la
percepción de extrañeza
temporal.
Otro aspecto importante y distintivo de la percepción del tiempo en pandemia, es el carácter paradójico en
la percepción prospectiva y retrospectiva del
mismo. En la primera distinción, la percepción del tiempo por venir, la percepción de intervalos de tiempo se da como cortos y por
tanto aquí el tiempo se percibe como rápido, mientras que en el caso de la retrospectiva
se siente como mucho tiempo transcurrido (Grondin
et al., 2020). Esto último se ve por ejemplo en la consideración para muchos, de que hace mucho tiempo que estamos
en cuarentena. En conclusión, durante la
pandemia, muchos sentimos que el tiempo pasa rápido
y al mismo tiempo que estamos en ella desde hace mucho.
La pandemia COVID19 y
el peligro de la "mala fe"
Algunos de los conceptos sartreanos también nos ayudan a pensar sobre
las experiencias individuales y reacciones de las personas respecto a las
novedades que traen aparejada la pandemia y la problemática del COVID19 (Palitsky
et al., 2021). Uno de los conceptos útiles a tal fin es el de “mala fe” el cual hace
referencia a las diversas maneras de autoengaño que ponemos en práctica donde
en esencia la persona se atribuye un ser que no se es negando lo que somos,
esto a través de la atribución de una identidad sea centrada en el cuerpo, el
status o acontecimientos de vida. Este concepto se ve reflejado por ejemplo en
conductas como la búsqueda de refugio ante la angustia de un posible contagio
en comportamientos rituales y chivos expiatorios sociales, así como también
actitudes negadoras respecto a la posibilidad de contagiarse que conducen al
involucramiento en actos sociales temerarios de exposición social soslayando
las medidas de distanciamiento y uso de barbijos.
La pandemia afecta dos aspectos existenciales de la experiencia humana.
Por un lado, ejerce influencia en nuestra conexión con la realidad material en
la que habitamos y por otro lado socava nuestra libertad de actuar en la forma
que queremos.
Hay dos factores que atraviesan la existencia humana según Sartre, la facticidad y la trascendencia. En el primer caso, abarca
aquellos elementos que derivan de la realidad exterior que no controlamos, como
por ejemplo los recursos materiales y los lazos sociales. Este es el plano del
determinismo, aquí no hay libertad. Mientras que el término de trascendencia,
comprende a la libertad de elegir, el abrirse a las posibilidades, la
responsabilidad y por ende estar a merced de la incertidumbre.
Este par de tensiones o amenazas existenciales dan origen a la angustia,
y ante ello, para el filósofo francés, postula que hay dos formas principales
de resolución, sea negando uno u otro componente de la existencia. Esta forma
de resolución de la tensión mencionada da lugar a lo que Sartre concibe como
patrones de “mala fe”.
Aplicado al contexto de la pandemia,
encontramos dos paliativos psicológicos ante la amenaza del COVID19. Una
posible respuesta puede ser a partir del alejamiento de la facticidad,
donde el sujeto niega su conexión con el contexto social y sus determinantes
biológicos, convencido de que estos factores no limitan objetivos y deseos
personales. Un ejemplo de esto lo podemos ver en los que piensan y actúan como
si estuviesen exentos de todo riesgo, o subestimando el peligro, concurriendo a
bares, fiestas, restaurantes o eventos con aglomeraciones sociales. La otra
posible vía de respuesta a la tensión planteada es a partir del alejamiento de
la trascendencia, donde el sujeto niega su propia responsabilidad individual y
elección libre de cara a la amenaza, buscando un lugar de seguridad indemne de
peligros por medio de abrazar acríticamente convenciones sociales, roles, o
cualquier refugio gregario que tenga a mano. Este fenómeno hace referencia a
aquellas personas que encuentran cobijo en los talismanes, creencias
sobrenaturales, rituales, objetos fetiches, incluso los rituales continuos de higiene
en cuarentena, y a uno de los sucesos más curiosos como aquellos que militan
creencias conspiranoicas, pseudo
esotéricas que pululan muchas veces en las marchas anticuarentena
en el obelisco y la plaza de Mayo que hemos visto durante el 2020 y que hoy en
día aparecen en formas más marginales bajo el modo de protestas antigobierno o contra sus políticas sanitarias ante el
virus. Este curioso y novedoso fenómeno, no es propio de Argentina, sino que se
repite en varios países alrededor del mundo.
El predominio de actitudes de "mala
fe" como modo de resolver la angustia existencial que plantea esta pandemia,
puede dar lugar a condiciones peligrosas no sólo para las personas (con la
consecuente proliferación de los "trastornos psicológicos") sino
también a condiciones sociales destructivas. A partir del conocimiento que nos
da la historia, cuando la gente experimenta grados altos de amenaza
existencial, esto puede dar lugar a comportamientos como búsqueda de chivos
expiatorios, el aceleramiento de procesos de competencia entre los individuos y
la justificación ciega a sistemas desiguales. Esto es precisamente lo que
ocurrió previo al surgimiento del nazismo por ejemplo, posteriormente a la
primera guerra mundial.
Para Sartre, la superación de la actitud de
"mala fe" producto de las tensiones existenciales, tiene lugar a
partir de la cualidad de las elecciones que una persona hace como prolongación
de su deseo y su proyecto de ser arrojado hacia el futuro con sus
posibilidades.
Como contracara, la pandemia también puede
ser un vehículo de toma de consciencia para construir relaciones capaces de ir
más allá de la competición aislada, siendo más conscientes del impacto que
tenemos en los demás, de nuestra interdependencia (Palitsky
et al., 2021)
Una actitud más radicalizada para superar el
problema de la “mala fe”, es la propuesta de Camus. Esta gira en torno a la
noción de "Héroe absurdo", actitud basada en el modelo de dos de sus
personajes insignia, Sísifo (en Mito de Sísifo) y el personaje de Dr. Bernard Rieux (en La Plaga). Esta consiste en abrazar la absurdidad
de nuestra existencia, aceptarla, de manera consciente sabiendo que no hay
escapatoria (Farr,
2021).
Esto aplicado al contexto de la pandemia
COVID19 implica comprender que esta no tiene un significado intrínseco, no
tiene un propósito ni una finalidad, es un virus que pasa de una persona a otra
sin un propósito definido ni dirección previsible. A pesar de su carácter
trágico, carente de sentido y que nos empuja al aislamiento, es a través de la
consciencia de su absurdidad que uno puede trascenderlo y encontrar la
fortaleza necesaria para sobrepasarlo. Esta lógica también aplica en la
relación yo-tu establecida en la relación terapéutica.
CONCLUSIÓN
Las diferentes situaciones desencadenadas a
partir de la pandemia del COVID19 con sus consecuencias psico-sociales
derivadas del confinamiento y cuarentenas, las medidas de distanciamiento
social para evitar la propagación de contagios, entre otras cosas, han
planteado desafíos y oportunidades existenciales que cada uno de los individuos
deben enfrentar de manera indefectible. Todo esto se da en un contexto de la llamada modernidad tardía o segunda
modernidad, donde existe la prevalencia de riesgos y amenazas globales como los
desastres naturales, el terrorismo, calentamiento global, y las pandemias
Hemos analizado este fenómeno desde el
enfoque existencial de Yalom, y de cómo podemos
aplicar las cuatro preocupaciones fundamentales
para dar cuenta de los procesos dinámicos que se le presentan a las
personas para atravesar los embates de la pandemia, destacando que la salida
pasa justamente por la aceptación de ellas y la elección individual.
También se analizó el impacto de la pandemia
en términos de coordenadas espacio - tiempo, en cuanto a la experiencia
subjetiva, a fin de dar cuenta de dos aspectos fundamentales que asumen nuestra
percepción en este contexto tan particular.
Por último, desde la perspectiva sartreana,
vimos cómo hay diferentes formas de "mala fe" y autoengaño que
generan diferentes conductas y actitudes ante la pandemia, poniendo énfasis en
los nuevos fenómenos sociales que surgen en la pandemia.
Como contracara, también destacamos que esta
situación de pandemia nos da la posibilidad de enfrentarnos a aquellos grandes
dilemas humanos que son universales, pero…¿Podrá cada uno de nosotros resolverlos
o enfrentarlos, podrá la sociedad refundarse ante tanta disolución de las
instituciones y supuestos sobre la que se edifica? el resultado creo yo es
incierto, pero lo seguro, es que cada uno de nosotros tiene la posibilidad de
hacerse cargo y atravesarlo, colaborando en la construcción de procesos
positivos sea a nivel individual como colectivo. La única certeza, radica en
que en esta crisis o situación límite
que atravesamos, seamos conscientes o no, nos desafía a reflexionar sobre el
sentido y el propósito que le asignamos a nuestras vidas, pero también nos
convoca a repensarnos en conjunción con los otros, con nuestra comunidad a
partir de recordarnos que somos seres en conexión con los demás.
Referencias
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Curriculum
Licenciado en Psicología por la Universidad de Belgrano – UB (Argentina)
Master en Sociedad, Territorio y Ambiente por
la Universidad de Trento – UNITN
(Italia)
Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires – UBA
(Argentina)
Formación clínica en Psicoterapias Contemporáneas Cognitivas por la Fundación Foro –
Argentina y de orientación Humanista
–Existencial por la Fundación CAPAC - Argentina.
Psicoterapeuta en equipo de Salud Mental del
Hospital Churruca (Buenos Aires, Argentina)
Correo de contacto: pablomunafo@hotmail.com
Fecha de entrega: 09/03/2021
Fecha de aceptación: 02/07/2021