Revista Latinoamericana de
Psicoterapia Existencial. UN ENFOQUE COMPRENSIVO DEL SER. Año 13 - Nº 26 - Abril 2023
Análisis fenomenológico-hermenéutico de las
perspectivas de suicidas
y terapeutas existenciales
frente al suicidio.
Brenda Reyes Mayo
Ciudad de México, México
Círculo de Estudios en Terapia Existencial, ALPE México
Este
trabajo ha ganado el premio Pablo Rispo en la categoría investigación presentado
en el XI Congreso Latinoamericano de Psicoterapia Existencial realizado en la
ciudad de México en octubre de 2022.
Resumen
Este trabajo presenta los resultados de una investigación
fenomenológico-hermenéutica que busca explorar y analizar los significados y
constructos presentes en la forma de mirar el suicidio de suicidas y terapeutas
existenciales, a partir de dos grupos focales. La metodología empleada fue el
análisis narrativo crítico de Langdridge (2007).
Palabras clave
Suicidio, terapia existencial-fenomenológica,
fenomenología hermenéutica,
análisis narrativo crítico.
Abstract
This paper presents the results of a hermeneutic-phenomenological
research that aims to explore and analyze how suicidal persons and existential
therapists think about and give meaning to their experiences around suicide.
Two focus groups were analyzed using Langdridge’s (2007) critical narrative
analysis method.
Keywords
Suicide, existential-phenomenological therapy, hermeneutic
phenomenology, critical narrative analysis.
Introducción
Este artículo presenta los resultados de una investigación que llevé a cabo
como parte de mi tesis de maestría entre el 2019 y el 2021. Al estarme formando
como terapeuta existencial[1],
comencé a preguntarme cuáles eran las ventajas y las limitaciones de trabajar
desde un enfoque exploratorio, no-moral y no directivo. Siendo además alguien
que ha intentado quitarse la vida, y habiendo tenido muchas conversaciones con
otras personas en la misma situación, pensaba que una psicoterapia que no
buscara imponer el deber de seguir viviendo pese a cualquier dificultad podría
tener ventajas para algunos consultantes. Sin embargo, esto era algo que intuía
únicamente a partir de mis lecturas y de situaciones más bien anecdóticas.
Investigar sobre las ventajas y limitaciones de la terapia
existencial-fenomenológica tiene sus propios problemas. Para empezar, no es un
modelo estandarizado ni existe una ortodoxia en su práctica. Distintos
psicoterapeutas tienen distintos estilos y formas de aplicar el enfoque, que
además varían de consultante en consultante: tal es la pretensión del modelo
mismo. A esto habría que añadirle la posibilidad de que decidieran abandonar la
fenomenología en pro de la prevención del suicidio cuando lo consideraran
necesario. Por tanto, la forma como deciden enfocar el proceso terapéutico
depende en gran parte de su forma de conceptualizar el suicidio. Es por ello
que decidí ir un paso atrás e investigar directamente la perspectiva que tienen
los terapeutas existenciales sobre el suicidio y de qué manera consideran que esto impacta en su práctica.
Me era también importante conocer la perspectiva de los suicidas, saber de
qué manera conceptualizaban y experimentaban la muerte voluntaria, y cuáles
eran sus expectativas y experiencias como pacientes. Poderle dar voz a estas
personas es una oportunidad valiosa para reflexionar sobre qué tanto podemos
acercarnos o no a su forma de pensar y experienciar
sus propios dilemas sobre el suicidio. Además, escucharles me permitía poder
cuestionar mis propias ideas sobre la muerte voluntaria y evitar asumir que
compartíamos una forma particular de pensar el suicidio cuando no
necesariamente es así.
Opté por utilizar el análisis narrativo crítico de Langdridge
(2007) por ser un método fenomenológico-hermenéutico que permite una
profundización en el análisis de la experiencia de los participantes y una
lectura crítica de la misma. Además, es un método diseñado específicamente para
ayudar a los investigadores a no imponer su propio punto de vista en un tema en
el que tengan una implicación personal importante, permitiendo una mayor
objetividad en el análisis de los datos.
Marco teórico
Antes de comenzar con mi exposición de los resultados, me parece importante
destacar que existen muchas maneras de pensar, significar, experimentar,
percibir, y expresar el suicidio. Tantas, que autores como Szasz
(2002, 2011) y Critchley (2020) comienzan sus
comentarios aclarando que resulta problemático tener una sola palabra para una
gama tan distinta de experiencias: suicidios motivados por una decepción
amorosa, como forma de protesta política, para evadir la justicia, por honor,
como una forma de proteger a los seres queridos, envueltos en una experiencia
de profunda soledad, llenos de emociones intensas, motivados por un
aplanamiento emocional, que son producto de una moda, en personas perfectamente
sanas, como una alternativa rápida a una muerte lenta y dolorosa, vistos como
racionales o irracionales, y un largo etcétera (Bauzá, 2018; Szasz, 2002, 2011; Critchley,
2020). Esto hace que el suicidio sea un fenómeno complejo y difícil de
reflexionar en términos generales.
De ahí que resulte importante poder escuchar la experiencia de personas que
han pensado seriamente en suicidarse o incluso lo han intentado. Como nos recuerda
Améry (2005), nuestras teorías sobre el suicidio
pueden fácilmente resultar vacías para aquellos que atraviesan por la
experiencia vivida de la muerte voluntaria, dejando en el suicida una sensación
de ser poco comprendido por los otros. Esta situación puede hacer que la
terapia existencial resulte valiosa, ya que es una invitación a quedarnos con
la experiencia, más allá de la teoría.
Por supuesto, la tarea del terapeuta existencial frente al suicidio
presenta sus propios desafíos. Hay pocas cosas más difíciles de escuchar para
un terapeuta que las múltiples variaciones de la frase “estoy aquí porque estoy
pensando en suicidarme”. Es una situación que suele despertar reacciones
diversas, casi siempre de alarma, y plantear dilemas en torno a la confidencialidad
y el respeto por la autonomía del paciente (Freedenthal,
2018). Las experiencias personales del terapeuta con el suicidio, o la falta de
ellas, intervienen en su manera de interpretar lo que escucha y de actuar
frente al otro.
Así mismo, es necesario tomar en cuenta que la terapia
existencial-fenomenológica propone un modelo exploratorio, no-directivo, que
busca acompañar al otro a partir de la descripción y análisis de su experiencia,
con la intención de llegar a una mayor comprensión de la misma (Spinelli, 2015; Martínez-Robles, 2016, 2017). Esto
contrasta fuertemente con otros modelos de terapia, como los propuestos por
Águila Tejeda (2016), Ball y Ritchie (2020), y Bryan
y Rudd (2018), que son más directivos y buscan
directamente la prevención del suicidio.
Por último, cabe añadir que el suicidio es un fenómeno que tiene
implicaciones en las cuatro dimensiones de la existencia (van Deurzen, 2012) tanto en la experiencia de los suicidas como
en la de los terapeutas. Abordaremos más adelante cuáles son los principales
temas que se presentan en cada dimensión.
Preguntas de investigación
¿Qué piensan sobre el suicidio las personas que lo han considerado como una
posibilidad? ¿Cuáles son las suposiciones que hacemos los terapeutas existenciales
cuando un paciente nos dice que está pensando en suicidarse? ¿Qué ideas,
creencias y valores se juegan frente al suicidio desde estas dos perspectivas?
Metodología
Técnica e instrumento de recolección de información
Se aplicó una entrevista grupal semi-estructurada
en dos grupos focales, uno de ellos conformado por personas que habían
considerado seriamente la posibilidad de quitarse la vida, y el otro por
terapeutas existenciales que trabajan con pacientes suicidas. Las preguntas
guía de ambos grupos fueron las mismas. Los participantes tenían permitido
hacerse preguntas entre ellos. Ambos grupos focales se llevaron a cabo de
manera virtual, a través de la plataforma Zoom.
Además, se le pidió a cada participante llenar un formulario de datos
personales con preguntas adicionales sobre su experiencia con el suicidio.
Muestreo: Muestra de voluntarios.
Muestra: 4 personas (1 mujer y 3
hombres) que habían considerado seriamente la posibilidad de quitarse la vida,
y 6 terapeutas existenciales (4 mujeres y 2 hombres), de entre 23 y 58 años de
edad.
Período de recolección: Los grupos focales se llevaron a cabo durante el
mes de noviembre del 2020.
Método de análisis:
Puesto que nuestras preguntas de investigación tienen un carácter
principalmente exploratorio y están dirigidas a intentar comprender la forma
como suicidas y terapeutas existenciales significan el suicidio, esta
investigación tiene una metodología fenomenológico-hermenéutica: el análisis
narrativo crítico propuesto por Langdridge (2007). El
análisis narrativo crítico es un método diseñado para trabajar con temas comúnmente
considerados delicados, en los que la investigadora tiene una implicación
personal importante, y que se centra en analizar las narrativas de los participantes
en búsqueda de las ideas principales que las sostienen. Cuenta con seis fases:
1. Crítica de las ilusiones del sujeto, donde la investigadora realiza una
epojé de sus ideas preconcebidas sobre el tema.
2. Identificar las narrativas, el tono narrativo y la función retórica del
discurso de los participantes.
3. Identidades y trabajo con identidades, en donde se identifica quién es la
persona que está hablando y cómo su identidad está ligada con su discurso.
4. Identificar las prioridades temáticas y las relaciones entre los temas
presentes en la narrativa.
5. Desestabilizar la narrativa, en donde la autora realiza un análisis crítico
del texto a partir del cuestionamiento de los puntos clave del discurso de los
participantes.
6. Realizar una síntesis crítica, que permita presentar los resultados
encontrados y el análisis realizado.
Resultados
Este artículo se centra en la cuarta, quinta y sexta fase del análisis
narrativo crítico. En este apartado se presenta una primera tabla que
representa las prioridades temáticas, y una segunda que incorpora las ideas
centrales que sostienen las narrativas de los participantes de ambos grupos, junto
con las ideas que desestabilizan dichas narrativas. La discusión presenta la
sexta fase. El análisis obtenido durante las primeras tres fases se incorpora de manera sintética a lo largo del texto.
Tabla 1. Prioridades temáticas
Dimensión |
Grupo focal Suicidas |
Grupo focal Terapeutas |
Umwelt |
Muerte, métodos de suicidio, armas de fuego, dinero, salud, enfermedad
terminal, dolor. |
Cuerpo, trastornos mentales (alteración en los niveles de los
neurotransmisores). |
Mitwelt |
Pareja, amistad, familia, cultura, empatía, salud mental, acompañamiento
profesional, acompañamiento no profesional, sufrimiento, tristeza,
impulsividad, desesperación, pérdida de control, soledad, felicidad. |
Vergüenza, culpa, familia, personas cercanas al suicida, influencia cultural
de la religión, tabú, acompañamiento terapéutico, dilemas éticos, códigos
éticos y legales (diferencia entre menores y mayores de edad), relación
terapéutica, hospitalidad. |
Eigenwelt |
Identidad, diálogo interno, sentirse fuera de sí, un yo debilitado,
voluntad, libertad, resedimentación de su
identidad. |
Relación personal con el suicidio. |
Überwelt |
Valentía (como valor), religión, creencias sobre la muerte, ateísmo,
cuestionamiento de sus valores. |
Valores: respeto por la autonomía, elección consciente y reflexionada,
no-coerción, no-violencia. |
Tabla 2. Ideas centrales y desestabilización
Grupo focal |
Idea central |
Desestabilización |
GF Suicidas |
El suicidio es una decisión o problema individual. |
El suicidio aparece en un contexto dado y tiene consecuencias sociales. ¿Podemos ir más allá de una visión meramente individualista o sociológica
del suicidio? |
GF Suicidas |
Quien tiene ideas suicidas debería recibir ayuda profesional. |
Otras personas cercanas jugaron un rol más importante y cotidiano dentro
de su proceso que sus terapeutas o psiquiatras. ¿Cuál es el verdadero rol de los psicoterapeutas frente a esta situación?
|
GF Suicidas |
El suicidio es una forma de escapar del sufrimiento y de la vida. |
Tensión entre las polaridades de escape y enfrentamiento. ¿Cómo sería pensar el suicidio a la vez como una forma de escape y de
enfrentamiento? |
GF Terapeutas |
Diferencia entre la forma de acompañar a los menores de edad y a los
adultos. |
La terapia existencial-fenomenológica propone un modelo no-directivo. ¿Es posible mantener una actitud fenomenológica al trabajar con menores
de edad? |
GF Terapeutas |
Si todo falla, que al menos sea una decisión consciente y reflexionada. |
Horizontalización de la lógica y la emoción. ¿Qué posibilidades terapéuticas nos abre horizontalizar
el eigenwelt y el mitwelt?
|
GF Terapeutas |
Es importante respetar la autonomía de los consultantes. |
Tensión entre el valor de la vida y el valor de la libertad. ¿Es posible horizontalizar la no-intervención y
la prevención? |
Discusión
Parte de la complejidad de esta investigación, que probó ser una ventaja
para el establecimiento del rapport y una desventaja
para mi propio proceso emocional, es que yo pertenezco a ambos grupos poblacionales.
Curiosamente, esa es también la situación de varios de los participantes
terapeutas. Esta es una circunstancia que genera una visión muy particular del
suicidio desde la perspectiva terapéutica existencial, porque algunos de
nosotros compartimos la idea de que el modelo clínico de trabajo con el
suicidio nos ha sido poco valioso, mientras que valoramos más las posibilidades
de un proceso existencial-fenomenológico. Pero, ¿es así para todos?
En el grupo de suicidas la perspectiva fue distinta. Algunos de ellos
estuvieron de acuerdo en que un acompañamiento que no intentara persuadirles de
no quitarse la vida era fundamental, y otros reaccionaron con sorpresa a esta
posibilidad, afirmando que habían recibido un acompañamiento más persuasivo que
les había ayudado bastante. Lo que tenían en común todos ellos era que habían
recibido un acompañamiento que les había permitido superar (o estar en proceso
de superar) su crisis suicida. Además, para la mayoría de ellos la psicoterapia
había sido poco relevante. Si bien todos afirmaron que era importante pedir
ayuda profesional, al hablar sobre las personas más importantes para ellos en
esos momentos, de quiénes les habían acompañado y ayudado a salir de sus
momentos más oscuros, sólo uno de los cuatro participantes mencionó a su
psiquiatra, haciendo más énfasis en una frase que le dijo que en la clínica.
Esto nos plantea algo que me resulta interesante: aunque en el discurso social
está muy aceptada la idea de que si una persona presenta ideación suicida debe
pedir ayuda profesional, esta ayuda no resulta tan valiosa, en retrospectiva,
cuando hay alguien mucho más cercano emocionalmente a la persona que puede acompañarla
en su experiencia, independientemente del tipo de acompañamiento brindado.
Un segundo elemento que mencionaron como fundamental todos los
participantes suicidas fue el esfuerzo realizado para salir de su situación.
Uno de ellos afirmó, y los demás estuvieron de acuerdo, que llega un momento
donde no escuchas a nadie, donde estás solo frente al suicidio, y es allí donde
tienes que tomar una decisión; nadie puede sacarte de ese sitio, sólo es
posible salir con tus propios medios.
Desde mi interpretación de esto, parece que lo que realmente ayuda es
sentirse importante para alguien y recuperar un sentido de agencia sobre la
propia vida. El cómo de esto varía ampliamente de persona en persona. Además,
dentro de ambos grupos focales parece haber un tercer elemento que aparece como
importante dentro del proceso, que es la posibilidad de acompañar a otros que
atraviesan por una experiencia suicida. Esto es algo que puede ser resultado de
haberse abierto a los otros narrando su propia experiencia, o de situaciones
diversas. Para la mayoría de los participantes de ambos grupos, una de las
primeras experiencias que tuvieron frente al suicidio fue inesperada, llegó
cuando todavía no sabían qué hacer con ella, y les dejó una huella que les
permitió aprender de la experiencia para luego abrirse a la posibilidad de
acompañar a otros.
Este es un factor que aparece de una manera un tanto distinta en los terapeutas.
Casi todos han pasado por una experiencia personal con el suicidio, directa o
indirecta, que les ha dejado una profunda sensación de insatisfacción, y a
veces es precisamente esta insatisfacción la que los lleva a preferir el modelo
existencial por encima de otros.
Los terapeutas existenciales se enfrentan además a un dilema, que es el de
permanecer con una postura fenomenológica frente al otro o adoptar una postura
más clínica. Reconocen que parte del riesgo de la terapia existencial es que el
otro pueda llegar a la conclusión de que realmente sí quiere suicidarse.
Después de todo, la terapia existencial no tiene como objetivo la prevención
del suicidio, de la misma forma que tampoco intenta evitar que el paciente tome
cualquier otra decisión. Esta es una idea que genera una sensación incómoda en
el grupo. Ninguno de los presentes quisiera que un paciente se suicidara, pero
también hablan del desagrado que produce en muchos la idea de internarlo en un
hospital psiquiátrico en contra de su voluntad. Para algunos, la solución al
dilema se encuentra en el trabajo multidisciplinario, que ofrece la seguridad
de que hay alguien más encargándose de prevenir el suicidio o tratar alguna posible
psicopatología subyacente. Hay quienes afirman que sólo puede respetarse la
voluntad de un adulto, siendo una obligación romper la confidencialidad con los
menores de edad. Otros más dicen que el trabajo terapéutico debe mantenerse en
la exploración, y que si la decisión final es quitarse la vida es mejor que se
trate de una decisión largamente reflexionada y no impulsiva. No parece haber
una respuesta clara a nada de esto. En lo que todos coinciden es en su deseo de
comunicarle al paciente que desearían que siga viviendo, compartirle lo que les
sucede en el encuentro, y que esto puede ser una herramienta muy poderosa.
Aunque la terapia existencial no tiene el objetivo de prevenir el suicidio, el
encuentro honesto con el otro puede generar esa consecuencia.
Conclusión
Quizá la ventaja de la terapia existencial frente a otros enfoques en el
trabajo con pacientes suicidas sea precisamente que privilegia la relación
terapéutica y se niega a tomar un rol directivo. Mandarle el mensaje al otro de
que es importante para nosotros – cuando es un mensaje honesto – y al mismo tiempo
permitirle ejercer su autonomía, puede facilitar que recupere el sentido de
agencia sobre su vida y la experimente valiosa, que es lo que ayudó a los
participantes del grupo focal de suicidas a superar su crisis personal. Eso es,
al menos, lo que han atestiguado varios de los participantes terapeutas.
También es cierto que esto no es conclusivo, no sólo porque la metodología fenomenológica-hermenéutica
aquí empleada no busca llegar a conclusiones, sino también porque las experiencias
de los participantes suicidas nos enseñan que un enfoque directivo puede ser
igualmente valioso.
No hay una única manera válida de trabajar terapéuticamente con el
suicidio. La invitación que nos hace la fenomenología, y que nos hacen también
las conversaciones de los grupos focales de esta investigación, es a abrirnos a
escuchar las múltiples posibilidades de acompañamiento, a reconocer qué es
valioso para cada uno de los involucrados, a admitir que nuestra experiencia
influye de forma importante en nuestra forma de acompañar a otros, y a buscar
el diálogo más que la imposición de una única postura. El grupo focal de
suicidas nos enseña que quizá los terapeutas ni siquiera somos tan importantes,
y tal vez esto podría señalarnos el valor del sostén que pueden brindar otras relaciones.
Tal vez, si sólo somos importantes cuando no hay alguien más, la exploración de
la experiencia y de los vínculos sea fundamental. Quizás a veces nos toca
simplemente estar ahí para mandar el mensaje de que el otro nos importa lo
suficiente para quedarnos con él. Tal vez el respeto por su autonomía le
recuerde que tiene el poder de tomar decisiones importantes. Si todo sale como
desearíamos, quizás todo eso le sirva para seguir adelante con su vida. Si no
es así, ojalá podamos respetarle lo suficiente para permitirle morir con
dignidad.
Esta es una postura contracultural y ciertamente polémica. Admito que
podría estar equivocada. Sin embargo, quiero cerrar compartiendo la enseñanza
más grande que me ha dejado haber llevado a cabo este proyecto de investigación:
antes de tomar cualquier camino, antes de elegir cualquier estilo de acompañamiento,
preguntémosle a la persona que tenemos delante qué es lo que quiere; no siempre
lo sabrá ni siempre lo mantendrá en el tiempo, y eso es parte del desafío. La
decisión de intervenir o no para evitar que alguien se quite la vida, o la de
qué tipo de acompañamiento es el mejor para esa persona no le corresponde
únicamente al terapeuta, también en esto estamos juntos con el otro.
Referencias
Améry, J. (2005). Levantar
la mano sobre uno mismo. Pre-Textos.
Águila Tejeda, A. (2016). Suicidio: la
última decisión. Trillas.
Ball, M., y Ritchie, R. (2020).
Suicide Narratives: Healing through knowing. Humane Clinic.
Bauzá, H. F. (2018). Miradas sobre el
suicidio. Fondo de Cultura Económica.
Bryan, C. J., y Rudd,
D. (2018). Brief
cognitive-behavioral therapy for suicide prevention. The Guilfor Press.
Critchley, S. (2020). Notes on suicide. Fitzcarraldo Editions.
Freedenthal, S. (2018). Helping
the Suicidal Person. Routledge.
Langdridge,
D. (2007). Phenomenological Psychology. Theory, Research and Method. Pearson Education Limited.
Martínez-Robles, Y. A. (2016). Terapia
Existencial: Teoría y práctica relacional para un mundo post-cartesiano.
Volumen 1. Círculo de Estudios en Psicoterapia Existencial.
Martínez-Robles, Y. A. (2017). Terapia
Existencial: Teoría y práctica relacional para un mundo post-cartesiano.
Volumen 2. Círculo de Estudios en Psicoterapia Existencial.
Spinelli, E. (2015). Practising Existential Therapy: The relational
World. SAGE.
Szasz, T. (2002). Libertad Fatal. Paidós.
Szasz, T. (2011). Suicide
Prohibition: The shame of medicine. Syracuse University
Press.
van Deurzen,
E. (2012). Existential counselling & psychotherapy in
practice. SAGE.
Currículum
Brenda Reyes Mayo es licenciada en Psicología Clínica, con una especialidad
en Diálogo Existencial y una maestría en Análisis Existencial-Fenomenológico.
Es terapeuta existencial y docente del Círculo de Estudios en Terapia
Existencial.
Correo de contacto:
Fecha de presentación: 12/10/2022
Fecha de aceptación: 20/12/2022
[1] El enfoque terapéutico en el que me formé fue el
existencial-fenomenológico, que es también el modelo que practican los
terapeutas existenciales a quienes entrevisté. Es por ello que, al hablar de
terapia existencial a lo largo de este trabajo, me estaré refiriendo siempre a
la terapia existencial-fenomenológica en particular, entendiendo que otros modelos
existenciales pueden tener perspectivas distintas e incluso contrarias a las
expresadas aquí.