Revista
Latinoamericana de Psicoterapia Existencial. UN ENFOQUE COMPRENSIVO DEL
SER. Año 10 - Nº 20 – Abril 2020.
Sección Entrevistas
a Alfried Längle
por Gaspar Segafredo
Bs. As., Argentina
El reconocido psicoterapeuta, Alfried Längle, presidente de la
Sociedad Internacional de Logoterapia y Análisis Existencial, presenta su
renovado modelo de análisis existencial, síntesis de su recorrido como
discípulo de Víctor Frankl y de su posterior diferenciación. También reflexiona
sobre la sociedad contemporánea y la psicología detrás de sus crisis
ambientales, políticas y de salud mental.
El médico generalista, psiquiatra y
psicoterapeuta vienés, Alfried Längle,
plantea la continuación y renovación del Análisis Existencial, una de las
primeras corrientes de la psicoterapia existencial, con exponentes como Víctor
Frankl y Ludwig Binswanger. Actualmente esta forma de
terapia, basada en la filosofía existencial y la fenomenología, tiene como
brújula el vivir y actuar con aprobación interior y en un diálogo fluido con el
mundo. El desarrollo de Längle en esta mirada
clínica, comienza con su maestro Víctor Frankl y se despliega a través de la
colaboración de casi diez años con él, pero luego toma un curso diferente. A su
manera, Längle repite el proceso de autonomía
intelectual de Frankl, quien se formó con Alfred Adler hasta alejarse por
diferencias de criterio, al igual que Adler con Sigmund Freud. El planteo
terapéutico de Längle incluye a la voluntad de
sentido, foco central de Frankl, pero en un mismo nivel estructural implica
también a otras fuerzas motivacionales humanas.
Hoy en día, tal vez uno de los mayores
desafíos de este Análisis Existencial sea el de plantearse como un modelo
psicoterapéutico independiente, para tratar cualquier problemática vital y
psicopatológica; a diferencia de las otras ramificaciones terapéuticas
existenciales más difundidas, como las de Frankl y Yalom,
que se reconocen complementarias e integradas a otros modelos. Desde la
perspectiva de Längle, las distintas formas de
malestar y psicopatología tendrían su raíz en el actuar y vivir con
desaprobación interna o en la carencia de diálogo interno o de diálogo con el
mundo. Pueden entenderse como una distorsión, bloqueo o incongruencia del Dasein, del ser-en-el-mundo de la persona. En esta
entrevista, realizada en el marco del Segundo Congreso Mundial de Psicoterapia
Existencial de Buenos Aires, Längle también habla de
la actual crisis de la humanidad, tanto respecto al mundo interno, que se
traduce en la epidemia de ansiedad y depresión, como al externo, manifiesto en
los desequilibrios ambientales y políticos.
¿Cómo fueron sus inicios
en la psicoterapia?
En la escuela secundaria ya tenía interés en
psicología y filosofía. En esa época no había ley de psicoterapia en Austria:
sólo los médicos podían ejercerla. Aparte de este motivo legal, pensé que para
tratar a alguien psicológicamente también debía saber sobre el cuerpo; porque
están unidos, entrelazados. Mientras estudiaba psicología, estudié medicina
como complemento, y trabajé como médico por algunos años. Pero me faltaba algo
más, porque el ser humano no es solamente corporal y psíquico, sino que también
tiene un espíritu que se manifiesta en las actitudes, los valores, la búsqueda
de sentido. Por eso empecé a estudiar filosofía, sobre todo a los
existencialistas: Camus, Sartre… También del ámbito de la psicoterapia, a Binswanger y Frankl.
¿De qué manera llegó a
formarse directamente con Frankl?
Primero leí mucho a Freud, y durante un año
fui absolutamente psicoanalista. Pero tenía la sensación de que había algo
sospechoso en la pretensión de que por ser psicoanalista podría saber
claramente qué había detrás de las acciones de los otros, sin que ellos
tuvieran la menor idea. Por eso dejé de estudiar psicoanálisis, y empecé a
estudiar otras perspectivas. El conductismo, la sistémica, pero más que nada el
humanismo: Jung, Frankl, Rogers… En ese período, ya trabajaba como psiquiatra,
y estaba por iniciar una formación con los rogerianos.
Pero luego presencié una lección de Víctor Frankl, que me convenció desde la
logoterapia y su antropología. Tenía en cuenta lo corporal, lo psicológico y lo
espiritual. Decidí hacer una formación en logoterapia, y como no existía un
estudio formal en Viena, lo realicé a través de un diálogo personal con Frankl.
Tuve el privilegio de ser discípulo directo de Víctor Frankl por casi diez
años.
Respecto de la falta de estudios formales, ¿por qué cree que, con pocas
excepciones, aún hoy la psicología existencial sigue bastante alejada del mundo
académico y de las universidades?
Hay varias razones. Si hablamos de aquel
momento en particular, la psicoterapia en general estaba apartada de las
universidades. Por otra parte, la psicología existencial nació más tarde que
otras perspectivas psicológicas, que ya estaban instaladas. Por otro lado,
Frankl decía que no es necesario ni deseable hacer una formación únicamente logoterapéutica. Él decía que lo mejor es ser psiquiatra,
médico o psicólogo, y luego leer teoría logoterapéutica,
y a partir de allí entrar en diálogo abierto con los pacientes. En todo caso,
lo planteaba como último paso de la formación terapéutica. Frankl nació en
1905, fue una generación más joven que Freud, y vivió los conflictos y
divisiones entre los seguidores de Freud y los de Adler. Él mismo fue excluido
cuando se separó de Adler. Desde esa experiencia afirmó que no era necesario armar
“iglesias” psicológicas; planteaba que lo único importante era la apertura
auténtica hacia el paciente, con un enfoque espiritual logoterapéutico,
con base en el psicoanálisis, por ejemplo. Consideraba que La interpretación
de los sueños, era un libro fundamental para todo psicoterapeuta. Por otra
parte, los psicólogos existencialistas no se interesan mucho por la
investigación empírica y estadística, cuando, en general, esa suele ser la
puerta de ingreso a la universidad.
Irving Yalom en El don de la terapia también recomienda que
los psicólogos o psiquiatras se formen primero en algún otro modelo y luego
profundicen lo existencial. ¿Tiene que ver con que la psicoterapia existencial
no tiene una sistematización técnica y psicopatológica a nivel estricto y
categórico, y que su esencia es más una disposición hacia el otro y al
encuentro?
Para muchos es así. No para nosotros. El
análisis existencial de Viena, más que la logoterapia, es una psicoterapia, en
el sentido completo. Esto incluye una sistematización de diagnosis, práctica,
aplicación de métodos y técnicas, con supervisión, reflexión e investigación
con instrumentos propios. Yalom está muy cerca de la
visión de Frankl, en cuanto a cómo formarse. Recuerdo que una vez Yalom fue a Viena a encontrarse con Frankl, pero,
lamentablemente, no pudo concretarse una colaboración entre los dos. Yalom me dijo que Frankl no estuvo abierto ni dialógico. Es
que Frankl fue un gran orador, pero no practicaba mucho la escucha. Después de
escuchar al paciente cinco o diez minutos, hablaba él para indicarle lo que
debía hacer.
Entonces, ¿de qué manera
estaba incluida la actitud fenomenológica en Frankl?
La actitud fenomenológica no fue
verdaderamente practicada en la logoterapia de Frankl. Aplicó algo de
fenomenología incluyendo en su teoría a Max Scheler, el filósofo, en sus tres
categorías de valores. En cambio, para el análisis existencial actual, la
fenomenología es lo central: como actitud y método. Es la gran diferencia
respecto de Frankl.
Explique, por favor, de
qué manera el análisis existencial que usted propone es una psicoterapia en sí
misma, independiente de cualquier otro modelo, y no una terapia complementaria
e integrativa como la logoterapia o la psicoterapia existencial planteada por Yalom y tantos otros.
Este análisis existencial tiene un modelo
estructural y uno procesual. Con el modelo estructural podemos explicar y
acercarnos a todos los problemas de los seres humanos. Porque refiere a lo
corporal, a lo psíquico, a lo personal. En el modelo procesual nos referimos
también a sensaciones corporales, psíquicas y a la fenomenología propia del
paciente. Nuestros pacientes deben aprender un poco la actitud fenomenológica
para comprenderse más, para estar suficientemente abiertos a lo que les pasa, y
ser capaces de comprender de dónde vienen sus problemas, qué los hace crónicos
y persistentes, y cómo pueden recurrir a recursos que puedan cambiar la
situación. Así es que con nuestro modelo podemos conectarnos a los diagnósticos
de DSM o CIE, tenemos también un diagnóstico y una teoría propia: incluimos la
psicodinámica, la biografía, lo corporal. Estamos abiertos a la
psicofarmacología, si es necesario; es importante que la gente pueda dormir y a
veces no es posible sin psicofármacos. Se puede probar empíricamente que
podemos tratar a todos los diagnósticos. Eso hicimos.
Con respecto al tema del diagnóstico, lo que leía en un artículo sobre
su análisis existencial es que hablan de diagnóstico singular, ¿o sea que no
utilizan diagnóstico categorial?
Están ambos. Se integran el diagnóstico
categorial y el singular. Por ejemplo, un caso que desde el diagnóstico general
padece fobia, puede tener un diagnóstico singular que indique que a la persona
le falta apoyo por una ruptura de relación, no trabajada, con una pareja
significativa. La angustia es un fenómeno donde el sostén juega un gran rol, y
cuando uno sufre una ruptura importante, puede surgir una falta de protección,
o una falta de base. De eso depende el diagnóstico personal.
¿Cree que inclusive las
psicosis pueden ser tratadas desde su modelo existencial, sin sostenerse en
otros modelos?
Sí, y
tenemos también formas de tratar este tipo de casos, en su singularidad, en
conjunto con terapia psicofarmacológica, pero aplicando toda la base de nuestra
terapia. Tenemos varios psiquiatras que trabajan en el ámbito de la psicosis
con el análisis existencial. Por ejemplo, en el caso de una persona con
esquizofrenia, lo primero es dar sostén a la persona; también, reglar las
relaciones, aspecto vinculada a la segunda motivación, que es muy importante.
Menciona la segunda
motivación… porque hay cuatro, según su modelo.
Sí, es el modelo estructural que refiere a
las cuatro dimensiones de la existencia. Se puede describir el análisis
existencial como una terapia que ayuda a la gente a vivir con aprobación o
consentimiento interior. Para ser capaz de hacerlo y de vivir así, se necesita
como base una clara referencia de realidad, de mundo, poder responder a los
hechos y a las posibilidades que presenta esa realidad actual. Esa capacidad se
practica en la aceptación, aceptar lo que hay, ser capaz de soportar lo que
hay. Si eso no funciona hay reacciones de evasión, de lucha. Esta es la primera
dimensión, la de la realidad. La segunda dimensión refiere a otro hecho inexorable
de la existencia: el de tener una vida, somos seres humanos con carne, sangre,
calor, psiquismo; siempre vivenciamos el ser-ahí. No es solamente una cuestión
cognitiva. Es algo vivido. Es la forma en que aparece la vida: sentimientos,
valores, psicodinámica, etc. La tercera dimensión es la de la persona, la de
ser uno mismo; no puedo vivir la vida de otra persona, siempre soy yo y no
puedo escapar a mí. Por eso tengo que estar en concordancia conmigo mismo, como
también dice Rogers: “En congruencia con el organismo”. Nosotros decimos en
concordancia con la propia persona, con la propia esencia, con lo auténtico de
uno mismo. La tercera dimensión implica a mi propia realidad interior, que
necesita el encuentro con el otro. Hay que tener en cuenta el contexto más
grande en el que estamos: el intercambio con la familia, la cultura, el mundo.
Estos son influenciados por nosotros y nos influencian. Ese intercambio nos da
una dirección en nuestro desarrollo. La cuarta dimensión, la del sentido, surge
de esa interconexión entre nosotros mismos y el mundo en que vivimos. Tiene que
ver con cómo puedo compartir el devenir, el propio desarrollo, la dimensión del
futuro, que es fundamental para poder ser. Si no veo un horizonte, no puedo
ser.
Ahí se despliega el fundamental
concepto de Frankl de autotrascendencia.
Claro.
En el Análisis Existencial se plantea que el sentido no es el camino
único de la psicoterapia. Así como Frankl decía que la fuerza motivacional
humana más fuerte y profunda sería la del sentido, y de ahí su enfoque logoterapéutico, ¿usted cómo sintetizaría su concepción
antropológica en relación al planteo psicoterapéutico?
Hay cuatro fuerzas: poder ser, poder
sobrevivir, que es una gran fuerza motivacional e implica el gusto por la vida,
hacemos mucho para eso; ver y hacer lo auténtico, ser coherente y honesto, para
poder mirar al otro y a uno mismo en el espejo, tener una conciencia en paz;
también, el sentido, el para qué de todo esto. Y sobre esos cuatro ejes, la
búsqueda de vivir libremente y con aprobación interna la propia vida.
La psicoterapia
existencial no brilla por la sistematización de sus técnicas. En el caso
particular del Análisis Existencial, ¿qué métodos y técnicas utiliza?
La base es la fenomenología. Nosotros la
planteamos en primer término como actitud de apertura, pero también como
método. Una forma de la aplicación metodológica sistemática de la
fenomenología, aparece en el concepto procesual del Análisis Existencial:
trabaja con los problemas personales en cuatro pasos. También hay acciones muy
personales, que no queremos denominar métodos:
como inducir y acompañar el duelo, el perdón o el arrepentimiento. Estos son
procesos personales muy importantes de acompañar, a nivel dialógico. El diálogo
abierto fenomenológico es lo básico. También tenemos una docena de métodos para
problemas específicos. Como la búsqueda de sentido, el fortalecimiento de la
voluntad, o entrenar al paciente en la actitud abierta fenomenológica; también
métodos específicos en la terapia de la depresión respecto al posicionamiento
personal; en la terapia de la angustia y del pánico, técnicas de confrontación;
tenemos una metodología para el tratamiento de trastornos de personalidad,
también para la histeria nerviosa.
¿Puede
desarrollar alguno de estos métodos?
Un método que se puede aplicar en varias
situaciones es el método del posicionamiento personal. Consiste en tomar
posición en tres niveles: hacia fuera, hacia dentro y hacia lo positivo. Por
ejemplo, alguien que tiene miedo o pánico a rendir exámenes, el posicionamiento
hacia fuera implica preguntarle a la persona cómo sabe que reprobará, cuáles
son los hechos de la realidad que le hacen pensar eso…
Eso parece cognitivo.
Sí, es muy cognitivo. Es la mirada y la
confrontación con la realidad externa. El otro puede decirte: ah, bueno, no sé,
pero puede suceder. Claro, ¿pero hay algo específico y concreto que te dice que
va a ocurrir eso? Entonces, puede contestar que no, o puede decir que ese
profesor es un desequilibrado, que no se sabe cómo va a tratar a sus
estudiantes: un día es muy favorable y, otro, muy contrario y negativo. Si esto
es así, entonces es importante que la persona lo sepa, para posicionarse frente
a esa realidad. También puede decir, ah no tuve el suficiente tiempo para
estudiar. Entonces, en este caso, habrá que preguntarse cuál es la posibilidad
de aprobar. Hay que tener una mirada equilibrada de la realidad. Luego viene el
segundo paso, hacia lo interno: si no apruebo, ¿podría superarlo? ¿Tengo
suficiente fuerza, capacidad, estructura para poder enfrentar un fracaso?
Normalmente los pacientes dicen que sí, pero que no quieren que ocurra. Ahí
viene la siguiente distinción: claro que no se desea, pero se debe contar con
esa eventual posibilidad. Y en caso de que ocurra, la persona debe estar
preparada para poder mantenerse en pie. Si no tiene esa fuerza, no puede ir al
examen. No sería responsable hacerlo, podría ser una catástrofe. No sabemos
cuáles serían los resultados. Pero si puede soportarlo, aunque no quiera que
ocurra, entonces puede sentir claramente que tiene el sostén, la capacidad de
enfrentar la presunta catástrofe. En caso de que las cosas resultaran mal en el
examen, ¿qué podría suceder? Ah, diría el paciente, deberé estudiar otra vez lo
mismo. Claro, eso pertenece a la situación. En el Análisis Existencial se
enfoca en la libertad, la persona, la decisión… Por lo tanto, se plantearía más
o menos así: ahora sabes que puedes soportarlo, ¿pero estás dispuesto a
asumirlo y soportarlo, si sucediera? Es tu decisión. Con eso, la persona se
pone en el centro de su acción. Esto sigue formando parte del segundo paso. El
tercero paso, es el posicionamiento respecto a lo positivo: ¿surge la pregunta
acerca de qué es lo positivo de rendir un examen?, ¿para qué lo haces? ¿Es un
tema que te interesa, que te enriquece? Es decir, la motivación y lo valores
por los que se va a realizar el examen: ¿tener el diploma, aprender, prepararse
para realizar un servicio? Esa conexión con los valores, lleva a cambiar la
mirada hacia lo que fortalece a la persona. No se mira más al abismo, sino que
se mira a lo positivo, al piso que sostiene. De los tres pasos surgirá la
decisión comprometida de la persona.
Respecto a las crisis existenciales,
tema en el que la psicología existencial siempre tuvo un enfoque importante,
¿de qué manera se acompañan estas crisis en psicoterapia? ¿Y resulta siempre
conveniente la psicoterapia en este tipo de situaciones?.
En general, es muy bueno si el ser humano no está solo en una crisis
existencial. Lo más común es el acompañamiento de familiares cercanos, como
padres, hermanos, pareja, también amigos. Pero no todas las crisis
existenciales precisan el acompañamiento de un psicoterapeuta. Si la persona no
tiene ese apoyo afectivo de los vínculos cercanos o si la crisis se cronifica, entonces sí es importante tener la asistencia de
un psicoterapeuta. Para poder entender qué falta, dónde está el trauma y dónde
está lo destruido.
Ya hace unos años la OMS
informa un aumento exponencial de ansiedad y depresión, a nivel de epidemia. Apelando
a la tradición de los psicólogos existenciales de realizar análisis generales
de la sociedad en relación al bienestar psicológico, ¿qué cree que está
ocurriendo en esta época en relación a este incremento de trastornos
emocionales?
El alejamiento de uno mismo. Se relaciona con
el incremento de la ansiedad y la depresión, pero también de los trastornos de
personalidad. La gente no se comunica tanto consigo misma. Nos distraemos por
las tantas formas de tecnología e información. Hay tanta información que
recibimos de afuera que nos distrae. Por eso en general la gente no tiene la
calma, el tiempo, para sentirse y ser con uno mismo. No es tan magnético como
lo que vemos en el video. La gente está tan distanciada de sí misma que no se
conoce. No creo que en otras épocas la
gente se haya conocido más necesariamente, pero sí había una mayor conexión
intuitiva con uno mismo. Eso se pierde hoy en día. Con ese distanciamiento de
uno mismo se pierde base, se pierde valor, se pierde la conexión con el corazón,
la conexión vincular sentida con los otros y con uno mismo. También sufrimos
mucha presión por tener éxito. Eso, por ejemplo, nos hace hacer deportes no
para disfrutarlos, por el placer de moverse con el cuerpo y de jugar, sino para
mostrarnos fit.
Esto me hace pensar en
la idea de Kierkegaard y Heidegger acerca de la necesidad de aburrirse para
poder reflexionar sobre la propia existencia, y en cómo hoy con la cantidad de
estímulos no tenemos ni soportamos un momento de aburrimiento.
Así es.
¿Qué piensa de los
desencuentros culturales que hay actualmente, tanto en relación a fanatismos
religiosos, como en el acceso al gobierno de la derecha extrema en varios
países occidentales? ¿Esto puede relacionarse con una situación de crisis
existencial que vive la humanidad?
En primer lugar, lo interpreto como crisis de
libertad, y, en segundo lugar, como crisis de relación. Crisis de libertad,
porque todo está permitido, no hay una guía. Antes fue la Iglesia, el Estado,
los padres... Hoy nadie sigue a nadie. Por eso el requerimiento a las personas
individuales es guiarse a sí mismas. En eso la gente está sobre exigida. Falta
construir propósitos colectivos. Años atrás la mayoría de la gente tenía la
idea de un socialismo mundial, de un equilibrio de recursos y de redistribución
equitativa. Ahora viene el salvataje del medioambiente, ese puede ser el tema
del último tiempo. Pero es muy difícil y abstracto. El otro problema es la
distancia, la gente no se conecta fácilmente. Los jóvenes por ejemplo no se
casan, entran en pareja muchos años después. Es una forma de mantener la
libertad, pero de una forma muy solitaria. En este contexto, la derecha actual,
se muestra como una comunidad, pero, al mismo tiempo, mantiene y refleja ese
distanciamiento que hay entre los miembros de la sociedad. Manifiesta el no
humanismo, la deshumanización. Así lo percibo.
Volviendo a la grave
situación ambiental mencionada, ¿se la puede pensar como una situación límite
de la humanidad con su riesgo de muerte y sus posibilidades de transformación,
tal como Jaspers pensaba el concepto en relación a la situación límite
individual?
La potencial destrucción del mundo no la veo
como una situación límite en el sentido de Jaspers, porque esa posibilidad es
demasiado abstracta para la gente. Es casi difícil pensarlo. Y no lo vivimos,
no lo sentimos. Por eso no cumple los requisitos de una situación límite.
Al no sentir la propia
mortalidad en el cuerpo no podemos relacionarnos con ella.
Exacto. Y por eso no podemos realizar los
valores que surgen en una situación límite, como describe Jaspers.
¿Le parece que habría
alguna manera de que se pueda conectar con esa situación abstracta?
Habría que volverla tangible. Como cuando
vemos un pescado muerto en un saco de plástico, o cuando vemos más tornados, al
menos para un cierto grupo de gente. Pero a nivel mundial, no alcanza;
llegaríamos si sucediera un accidente como Chernobyl,
que nos mostró claramente el límite y el peligro de la energía atómica, pero
muchos países siguieron con eso de todas formas. Si no sucede algo terrible, la
gente no lo cree, y eso es humano. Por otra parte, no pienso que podamos
prestar atención a todas las posibilidades terribles que existen. No está mal
ocuparse de lo que podría ocurrir, pero también es peligroso paralizarse y
angustiarse por eso. Por supuesto que se debe estar atentos, no contaminar y
reducir el consumo de energía. Aunque también es importante que la gente tenga
una mirada positiva, para vivir y no dispersar energías en la desesperanza.
Curriculum
Periodista
y guionista de documentales de temáticas sociales y de ficción. Asistente
Comunitario
en Salud Mental en el equipo infantojuvenil del Centro de Atención Primaria de
la Salud La Ribera (San Isidro). Lic. en Comunicación, posgrado en
Logoterapia y Análisis Existencial (UCA), formación en mindfulness
(INECO). Actualmente está escribiendo la tesis para obtener
la licenciatura en psicología (UB).
Correo de contacto: gasparsegafredo@gmail.com
Fecha de entrega: 7/02/2020
Fecha de aprobación: 26/02/2020